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¿Podremos curar la obesidad? Una pandemia del siglo XXI

Publicado el 03/06/2021

El pasado jueves, se celebraba una nueva sesión de los debates CaixaResearch con el foco puesto en la llamada pandemia silenciosa del siglo XXI: la obesidad.

Las cifras son contundentes: 2.000 millones de adultos con sobrepeso y 650 con obesidad. De hecho, en el mundo hay más personas con sobrepeso que hambrientas. Y, sí, el sobrepeso es la causa de la muerte de 2,8 millones de personas cada año, una cifra que sigue en aumento. 


Recupera el debate completo con los investigadores Sonia Fernández (IISPV) y Miguel López (CiMUS). 

En la conversación con estos investigadores CaixaResearch, surgen una y otra vez dos ideas clave:

  1. La obesidad no es un problema estético sino una enfermedad metabólica crónica que predispone a enfermedades graves, como la diabetes de tipo 2 o el cáncer.
  2. La causa es sencillamente la ingesta de más calorías de las que se gastan y esa es la esencia de su tratamiento: lograr un balance calórico entre ingesta y gasto.

“El problema surge cuando la grasa se acumula en tejidos que no están preparados para manejar ese exceso y provocan otras patologías metabólicas”, explica Miguel López, investigador del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) en la Universidad de Santiago de Compostela.

Lo cierto es que hay grasas más patogénicas que otras. Es el caso de la subcutánea, cuya función principal es la acumulación de energía. La visceral, en cambio, protege los órganos y también tiene cierta función inmune. 

“Sin embargo, la acumulación excesiva en el tejido adiposo visceral altera la función endocrina y provoca respuestas inflamatorias. Ese es el origen de muchas de las comorbilidades asociadas a la obesidad”, añade Sonia Fernández Veledo, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) y del Hospital Universitario de Tarragona Joan XXIII. 

En el cáncer de mama, por ejemplo, el aumento del tejido adiposo provoca un incremento de la producción de estrógenos, lo que en muchos casos resulta ser el origen de este tipo de cáncer. En el caso de la diabetes, los cambios metabólicos están directamente vinculados a la mala gestión de la glucosa circulante.

A esto hay que añadir la inflamación sistémica que provocan las hormonas citoquinas y adipocitoquinas. “Esta inflamación es el motivo por el cual las personas obesas con COVID tienen una posibilidad de complicaciones entre 2 y 5 veces mayor,” comenta la Dra. Fernández. 

Pero, ¿cuándo y cómo empieza esta acumulación de grasas?

El Dr. López lo tiene claro: “existe cierta predisposición genética, pero en general el motivo de ello es un déficit calórico, aunque no es menos cierto que esta es una patología multifactorial”.

Tan importante es la ingesta como el gasto. Y el problema es que vivimos en un ambiente obesogénico. “Por el simple hecho de estar unos 6 meses a una temperatura de 22-24 grados, dejamos de quemar unos 2 kg de grasa al año”, nos cuenta López. 


Miguel López

Fernández añade que aunque presumimos de dieta mediterránea, los hábitos están cambiando. “Exceso de lípidos, alimentos procesados. Y poco ejercicio. Solo un 10 % de los factores que inciden en la obesidad son debidos a la predisposición genética. Lo más determinante es nuestro estilo de vida”.  

Y si el exceso de calorías es la causa, una de las soluciones es una buena dieta. “Las dietas saludables las conocemos todos”, dice López. “Verduras y frutas, evitando en lo posible los procesados y los lípidos y, en general, no comer demasiado”.

Comer menos y moverse más, porque “evolutivamente estamos diseñados para correr y cazar, y para andar y recolectar. Además, nuestro programa genético es muy eficiente guardando calorías, porque evolutivamente hemos pasado hambre. Si comemos menos, también gastamos menos”.

Ambos expertos huyen de dietas milagrosas, aunque señalan los beneficios del ayuno intermitente, que siempre debería hacerse bajo control médico. 

“La restricción calórica genera mejoras metabólicas no asociadas a la pérdida de peso”, explica Fernández. Hay indicios de que los motivos podrían estar relacionados con el ritmo circadiano, por lo que para algunos sería mejor ayunar por la mañana y para otros por la tarde. 


Sonia Fernández

Y a pesar de que la adherencia a una dieta resulta difícil, la doctora Fernández destaca que con “solo perder un 5 % del peso, aunque estéticamente tal vez no fuera el objetivo final, en el metabolismo supone una mejora importante”. Dicha investigadora insiste de nuevo en la medicina personalizada, ya que las personas obesas suelen presentar otras patologías que podrían empeorar con una dieta no equilibrada.

Tanto Fernández como López, y gracias a sendas ayudas CaixaResearch, investigan la obesidad desde una aproximación sistémica. Fernández estudia la microbiota. “En una persona obesa se da lo que llamamos disbiosis: la microbiota es menos diversa y aumentan ciertas bacterias. Desconocemos si la disbiosis es causa o consecuencia, pero una intervención sobre esta microbiota enferma puede ayudar a controlar o revertir la obesidad”.

Para el doctor López, el reto es desvelar la función del hipotálamo en la regulación de la ingesta de alimentos, así como los mecanismos de gasto energético. “Si logramos entender qué alteraciones favorecen la obesidad, podremos intervenir para prevenirla o incluso curarla”, subraya el investigador de la Universidad de Santiago de Compostela. 

Estamos todavía en los albores de la ciencia de la obesidad, pero nuestros expertos tienen claro el camino a seguir. 

Dieta, ejercicio y un buen ritmo circadiano, escoge dicho investigador. Los fármacos nos ayudarán, pero no estamos buscando una píldora que nos permita comer lo que queramos sin ganar peso. Buscamos tratamientos para corregir sistemas enfermos.

El resto es cosa nuestra. Por eso la doctora Fernández habla de concienciación social e individual. Prevenir la diabetes de tipo 2, los problemas cardiovasculares, el cáncer… todo empieza con parar y revertir esta pandemia silenciosa que es la obesidad.

 

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Tema:

obesidad