miércoles 28

Las escuelas y los museos de ciencias son instituciones independientes pero complementarias

Publicado el 28/09/2016

Por Raül Toran, vicepresidente de la ACCC y redactor científico

La última edición del Campus Gutenberg, celebrada los pasados 12 y 13 de septiembre en Barcelona, ha contado con debates para tratar el presente y el futuro de la comunicación científica. En los debates de esta edición, se habló de los rankings científicos y la excelencia científica, de los descubrimientos científicos y la controversia en investigación, de las innovaciones en comunicación y de la relación entre la educación y los museos. Nos centraremos en este último debate.

«Los museos y las escuelas se necesitan mutuamente ya que ambos son educación», afirmó Lina Ubero, jefa de programas públicos del Nat-Museo de Ciencias Naturales / Museu Blau de Barcelona. En el plan estratégico de este equipamiento municipal se destaca que el museo ha de ser un espacio educador. Pero, ¿ qué puede aportar este museo a la escuela? El Museo puede aportar bagaje científico, formación, recursos pedagógicos y espacios diferentes al aula. Además se dispone de tiempo para actividades educativas. También puede favorecer el intercambio de los proyectos que pueden desarrollarse en la escuela. ¿Qué puede aportar la escuela al museo? Esta puede aportar retos y nos ofrece un entorno social rico y diverso. Desde este museo trabajan en colaboración con la escuela mediante proyectos de larga duración y van a crear una comisión de maestros y maestras para que estén presentes de forma estable en el museo. Con otros museos como el Parque de las Ciencias de Granada y el Museo de Ciencias Príncipe Felipe de Valencia siguen apostando por el fomento de los consejos asesores infantiles e impulsan los espacios formativos para los maestros. Como reto querrían desarrollar proyectos conjuntos entre diferentes museos y escuelas y contar con profesores en la plantilla de los museos de ciencias.

Por otra parte, Sebastián Cardenete, director del Centro de Ciencias Principia de Málaga, explicó que la idea de crear el museo surgió en 1994 y que durante este tiempo se ha consolidado. La duración recomendada para visitar el museo es de dos horas, ya que a partir de ese momento la atención de los estudiantes baja. Principia pretende ser un recurso educativo y ofrecer visitas «a la carta» sobre física, química, etc. También presta material y exposiciones temporales, como la de Einstein, Darwin y la teoría atómica, entre otras. Así mismo, presta documentales científicos procedentes de la Bienal de Ronda. También recogen material de laboratorios de escuelas que no lo usan y lo prestan a otras escuelas que sí quieren utilizarlo. Además, forman a alumnos de magisterio, ofrecen cursos de formación a profesores y charlas en escuelas y organizan escuelas de verano. El objetivo de la puesta en marcha del Museo de Matemáticas de Catalunya (MMACA) fue ayudar a las escuelas en la educación no formal de las matemáticas, según especificó Guido Ramellini, vicepresidente del MMACA. También explicó que «el MMACA es todo menos un museo, funciona más como un taller libre, en el que las instrucciones y las intervenciones de los facilitadores se reducen al mínimo necesario». La instalación, ubicada en Cornellà de Llobregat (Barcelona), cuenta con unos noventa módulos en trescientos metros cuadrados e intenta evitar las dinámicas y las maneras típicas de las escuelas. Los responsables quieren que los alumnos apliquen la observación, experimenten y reflexionen. «El aprendizaje empieza con las manos y llega al cerebro. Un círculo virtuoso para aprender matemáticas es manipular materiales, construir nuevos materiales con talleres colaborativos y, finalmente, construir conceptos», explicó el matemático, quien enfatizó que el aspecto común entre escuela y museo es el constructivismo. En el museo de ciencias se viven experiencias: vas a que te sorprendan. En la escuela vives una experiencia colectiva; en el museo buscas una experiencia individual. Los museos, por tanto, deben seducir.

Javier Hidalgo, responsable de programas de divulgación y exposiciones de ciencia de la Obra Social «la Caixa» manifestó que «las escuelas y los museos de ciencia son instituciones que deberían ser independientes pero complementarias. La escuela no debería visitar el museo, debería usarlo, igual que pasa con la playa, que no se visita, se usa, y por eso se vuelve a lo largo del año». Por este motivo, se ha de innovar en museos y cambiar las experiencias. Se ha de analizar qué sacan los alumnos de su experiencia en el museo de ciencia. Sin embargo, «es difícil innovar en formatos: gracias a profesores podemos dar un giro a las actividades. Desde Obra Social «la Caixa» queremos fomentar las carreras científicas y también queremos acercar los investigadores a los estudiantes, con una interacción más directa entre el investigador y los alumnos, en la que el investigador explique en primera persona y a través de un vídeo cómo se interesó en ciencia», comentó Hidalgo. En CosmoCaixa se ha creado, a partir de la metodología Tinkering, una serie de laboratorios interactivos, para niños de entre siete y doce años. Y ahora se quiere hacer lo mismo pero para niños de entre tres y siete años, pero no hay trabajos realizados en esta franja de edad. Y, actualmente, estamos en un momento en el que el sistema educativo está cambiando y va a cambiar aún más. «Nosotros hemos cambiado nuestra metodología y facilitamos las actividades que pueden trabajar en clase. Hay profesores que ya están motivados, pero hay otros a los que podemos ayudar», concluyó Hidalgo.

¿Qué es el Campus Gutenberg?

El Campus Gutenberg, que ha celebrado su sexta edición, es una escuela de verano dedicada a la comunicación y a la cultura científica. Esta iniciativa está impulsada por el Máster de Comunicación Científica, Médica y Ambiental y la Obra Social «la Caixa», en colaboración con el Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad de la Universidad Pompeu Fabra (CCS-UPF) y la Asociación Catalana de Comunicación Científica (ACCC).

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