4 consejos para prevenir las enfermedades cardiovasculares
Publicado el 17/03/2022
Las cifras lo dicen claro: las enfermedades cardiovasculares matan a millones de personas cada año. De hecho, son la primera causa de muerte en el mundo. Por eso, el pasado 14 de marzo, con motivo del Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular, la segunda conferencia CaixaResearch reunió en Madrid a expertos en la investigación y el tratamiento de estas enfermedades.
El encuentro, con el título «Prevención cardiovascular poblacional: retos y oportunidades» y organizado en colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y la Fundación HM Hospitales, contó con 100 participantes y otros 250 pudieron seguir en línea las charlas de dos de las voces más internacionales en este sector: la doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y del Ambiente en la Organización Mundial de la Salud, y el doctor Valentín Fuster, director del CNIC y del Hospital Mount Sinai en Nueva York.
En total fueron diez los expertos que explicaron los resultados y el futuro de muchas de las investigaciones en curso que nos permitirán no solo tratar mejor las enfermedades cardiovasculares, sino también adelantarnos a ellas y prevenirlas. De hecho, el reto es de tal magnitud que todos somos parte de la solución. Por eso compartimos contigo cuatro consejos que se destilan de esta conferencia CaixaResearch, porque tú también puedes contribuir a reducir su impacto.
(1) Cuídate
No es una novedad, el consumo de tabaco y alcohol, la falta de ejercicio y una alimentación rica en grasas son factores de riesgo cardiovascular. En tus manos está cambiar esos hábitos y reducir tu riesgo cardiovascular.
Además, gracias a la investigación, entendemos cada vez mejor los mecanismos moleculares subyacentes a este riesgo y por qué muestran predisposición a las enfermedades cardiovasculares incluso personas con buenos hábitos. El metabolismo mitocondrial, los hábitos durante nuestra infancia o la forma en que el corazón se nutre para latir y dar energía a nuestro cuerpo nos están dando claves para conocer mejor nuestro corazón. Y esto es importante no solo para el corazón, sino también para nuestro cerebro, porque el deterioro arterial también tiene afectaciones en nuestra capacidad cognitiva y en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
(2) Cuidemos el planeta
«Más del 90 % de la población respira aire que no llega a los estándares de la OMS», explicaba la doctora Neira. Efectivamente, la contaminación se erige una y otra vez como un factor de riesgo determinante para las enfermedades no transmisibles, entre las que se incluyen las cardiovasculares, pero también el cáncer, las enfermedades respiratorias o las neurodegenerativas.
Su efecto es ya tan importante que «no vamos a conseguir prevenir las enfermedades cardiovasculares sin tenerlo en cuenta», añadió.
Por ese motivo, el abordaje de las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte del mundo, debe trascender las fronteras hospitalarias y las de los laboratorios y los centros de investigación. La contaminación es el resultado de la actividad humana y todos, individuos, investigadores, empresas y gobiernos, podemos hacer mucho para reducirla. Hablar de la salud de nuestro corazón es también hablar de cambio climático, de eficiencia energética, de ciudades y sistemas de producción de alimentos sostenibles.
(3) Impulsemos la investigación y la innovación
Células, personas y sociedad: hay que seguir investigando a todos los niveles para poder acabar con las enfermedades del corazón, que Valentín Fuster cataloga como una de las grandes pandemias del siglo xxi. En su charla defendía la importancia de impulsar la investigación desde una perspectiva muy transversal. «Cuando hablamos de salud cardiovascular y prevención tenemos que hablar científicamente de lo que ocurre en la célula, de lo que puede ocurrir en el individuo y de lo que podemos hacer como sociedad». Y es importante también entender los efectos de la edad en esos tres niveles, explicó.
Para Fuster, no basta con intentar curar la enfermedad, es imprescindible saber qué ha ocurrido antes para poder así prevenirlo o, por lo menos, retrasarlo. Y avisaba de que, para hacerlo bien, necesitamos tecnologías muy avanzadas ―como la genómica, la inteligencia artificial o la multiómica― y que ya están dando grandes resultados.
Ahora, por ejemplo, con técnicas no invasivas podemos detectar los inicios de la aterosclerosis, que gradualmente endurece y estrecha nuestras arterias. Y estamos en vías de entender por qué y cuándo no son capaces los macrófagos de vencer las acumulaciones de colesterol.
De hecho, el diagnóstico subclínico, es decir, el que se efectúa cuando todavía no existen síntomas de la enfermedad, es una de nuestras herramientas más poderosas porque aún estamos a tiempo de prevenir su avance y tratarla farmacológicamente para reforzar nuestro sistema inmunitario. «Con el estudio Cardia vimos que antes de los 40 años puede haber factores de riesgo que marcan cuáles van a ser los eventos cardiovasculares posteriores», explicaba Fuster en la conferencia CaixaResearch.
(4) Acuérdate cada día de tu corazón
No hay mejor herramienta para la salud que conocer nuestro cuerpo y cómo le afectan nuestras decisiones y nuestras actividades individuales y colectivas.
Y en el caso del corazón y las enfermedades cardiovasculares, sabemos que los beneficios de recibir buena información y educación sobre hábitos saludables son muchos y muy potentes, siempre que se mantengan en el tiempo. En un proyecto de investigación para la promoción de hábitos saludables liderado por el doctor Fuster se ha visto cuán difícil es provocar cambios duraderos. «Tenemos que volver a intervenir en nuestros hábitos cada 2 o 3 años para revisarlos y provocar ese efecto de mantenimiento», dijo. Además, hay que plantear acciones en todas las edades porque, de hecho, los investigadores han visto que, cuando hablamos de buenos hábitos en salud, a menudo la influencia de los niños sobre los padres es mayor que la de los padres sobre sus hijos.