Vencer la malaria, una carrera de fondo
Publicado el 23/04/2021
Anopheles, pocas veces un ser tan diminuto ha causado tanta enfermedad y muerte a lo largo de la historia de la humanidad. Según su etimología griega, inútil o dañino. Ciertamente un nombre apropiado para estos mosquitos, más allá de lo incómoda que puede ser su picadura, ya que sólo el 10% de las especies causan más de 200 millones de contagios y 400.000 muertes de malaria cada año, siendo los niños menores de 5 años y las embarazadas de los países de África subsahariana los más castigados.
Por eso, en 1955, las Naciones Unidas lanzó un primer intento de erradicar esta enfermedad. 60 años después seguimos sin lograr ese objetivo. “No tenemos ningún dato que nos permita pensar que en el 2050 se pueda haber conseguido”, comenta Pedro Alonso, director del Programa Mundial de Malaria de la OMS.
Pedro Alonso
¿Por qué se nos resiste la malaria? Los motivos son muchos y variados. Tras unas décadas de oro, en las que la investigación y los programas sociosanitarios permitieron salvar millones de vidas y erradicar la enfermedad en numerosos países, los nuevos retos ahora se multiplican. “Debido al rápido crecimiento poblacional en África, donde se concentra más del 90 % de la malaria, al final nos quedamos con los mismos números. Hay tasas más bajas, pero la misma cantidad de casos y de muertes cada año”, explica Regina Rabinovich, directora de la Iniciativa de Eliminación de la Malaria de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación ”la Caixa” y un referente internacional en la lucha contra esta enfermedad.
Y por si eso fuera poco, el parásito desarrolla resistencias a los fármacos utilizados para el tratamiento. “De repente, el parásito se hace invisible al diagnóstico”, explica Alonso. “Estamos viendo que se producen mutaciones con pérdidas de material en el gen que codifica la proteína en la que se basan el 90 % de nuestros test de diagnóstico rápido. Este comportamiento del parásito empezó en América del Sur y se ha extendido a África. Nos enfrentamos a un enemigo temible y que no deja de adaptarse a nuestras herramientas.”
Regina Rabinovich
Por un mundo libre de malaria
Ante el posible aumento de la transmisión, las estrategias transversales son las que pueden resultar ganadoras. Este es uno de los rasgos diferenciales de ISGlobal, dice Rabinovich, ya que en este centro se lucha contra la malaria combinando la ciencia y la aplicación de políticas públicas. Por ejemplo, en las comunidades del sur de Mozambique, se implementará próximamente un ensayo clínico para administrar ivermectina a las personas y el ganado, un medicamento dirigido a acabar con los mosquitos que actúan como vehículo del parásito. En esta misma región se desarrolla el Proyecto Magude, de la Alianza Mozambiqueña para la Eliminación de la Malaria (MALTEM), que ha analizado —usando todas las herramientas de prevención y de tratamiento disponibles actualmente recomendadas por la OMS— si se podía eliminar la enfermedad. Los resultados apuntan a una importante reducción en la carga de la enfermedad, del 85%, pero se ha demostrado que no es suficiente para interrumpir su transmisión. “Gracias al apoyo de la Fundación ’la Caixa’ y la Fundación Bill & Melinda Gates hemos logrado tratar a poblaciones enteras, independientemente de que estén infectadas, un enfoque que ha reducido drásticamente la transmisión”, apunta Rabinovich. También y como parte de la colaboración entre la Fundación La Caixa y la fundación Gates, se desarrolla el proyecto ICARIA , que evalúa la adaptación y la expansión de estrategias basadas en la azitromicina y la sulfadoxina pirimetamina para reducir la mortalidad en niños tanto en Sierra Leona y Mozambique. a gran escala. Estrategias similares a las que persigue el proyecto TIPTOP, en mujeres embarazadas en varios países de África. Todos estos estudios serán decisivos para la OMS en impulsar nuevas estrategias de control de la malaria.
Como en muchas otras enfermedades infecciosas, la búsqueda de vacunas es una prioridad. ISGlobal colaboró en el desarrollo de la primera vacuna del mundo contra esta enfermedad, la RTS, S. Una vacuna que lleva 30 años en desarrollo y que, como explica Alonso, su objetivo en un principio era proteger a viajeros y militares. “Claramente, para eso no servía”, añade. “Es una vacuna imperfecta, que tiene una efectividad de un 40-50 % pero con capacidad de inducir inmunidad en niños africanos. A fecha de hoy, casi 700.000 niños han recibido una dosis de la vacuna. Hasta ahora, la adherencia ha sido muy buena y no hemos detectado efectos adversos graves”, añade Alonso.
Con el objetivo de ganar a la malaria en esta carrera de fondo, en ISGlobal trabajan también en el desarrollo de una nueva vacuna contra la Plasmodium vivax, la especie de malaria más común fuera de África. Y a escala internacional, las esperanzas crecen en vacunas de ARNm, un enfoque que se lleva investigando durante décadas, pero que ha cobrado especial relevancia este último año, tras la eclosión de la COVID-19. “Es una buena vía, pero no quiere decir que nos vaya a garantizar ninguna victoria. Un coronavirus es un organismo extraordinariamente sencillo comparado con un parásito como el de la malaria”, explica Alonso.
Los esfuerzos no han sido en vano. Según los últimos datos de la OMS, se han evitado unas 7,6 millones de muertes. Veintiún países han recibido recientemente la certificación “libres de malaria”: algunos tan pequeños como El Salvador y otros tan grandes como China, del cual se prevé que obtenga este certificado en junio. No obstante, la comunidad internacional lo tiene claro: “todos los que trabajamos en malaria estamos de acuerdo en que la lucha contra esta enfermedad, que causa tanto daño y afecta a tanta gente vulnerable en zonas desfavorecidas, es una obligación moral”, afirma Rabinovich. En la Fundación ”la Caixa” nos adherimos sin titubear a este compromiso para conseguir un mundo libre de malaria.