Un corazón sano para cuidar nuestro futuro
Publicado el 28/09/2020
El corazón es un órgano vital de nuestro organismo, pero también uno de los más vulnerables. De hecho, la enfermedad cardiovascular (ECV), que aglomera el conjunto de trastornos del corazón y de los vasos sanguíneos, es la mayor causa de muertes en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que, de aquí a 2030, casi 23,6 millones de personas morirán por alguna enfermedad cardiovascular, principalmente por cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
Cuidar el corazón a toda costa es una necesidad vital, pero acabar con la enfermedad cardiovascular no es tarea fácil ni de unos pocos. Por eso, en la Fundación ”la Caixa” apoyamos a los mejores investigadores en España y Portugal, y lo hacemos con aproximación holística, que incluye el apoyo continuado a centros e investigadores que lideran la investigación cardiovascular en el mundo, así como proyectos de innovación y para concienciar a todas las personas sobre la importancia de adquirir buenos hábitos.
Hoy, en el Día Mundial del Corazón, hablamos con dos cardiólogos y una profesora e investigadora de prestigio internacional para que nos cuenten qué podemos hacer ya, y qué podremos hacer en un futuro, para tener un corazón más fuerte.
En los buenos hábitos está la fuerza de un corazón sano
Valentín Fuster es uno de los científicos más reputados de España y uno de los cardiólogos más reconocidos del mundo por su larga y productiva carrera profesional. Actualmente compagina sus funciones como director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de Madrid y como director médico del Hospital Mount Sinai de Nueva York. Además de dedicarse a la clínica y a la investigación científica, Fuster ha creado la Fundación SHE, impulsada por la Fundación ”la Caixa”, con la finalidad de fomentar una sociedad más saludable.
La Fundación SHE, por sus siglas Science Health and Education en inglés, promueve un estilo de vida más saludable a través de la comunicación y la educación basada en la investigación. Su principal objetivo es prevenir las enfermedades cardiovasculares y sus esfuerzos se centran en la adquisición de hábitos saludables desde la infancia, para que niños, jóvenes y adultos tengan la capacidad de actuar positivamente para su salud. Se trata de un proyecto de investigación y a la vez un programa educativo, que involucra a más de 50.000 niños y niñas en edad escolar, a sus profesores y familias, para potenciar aprendizajes y buenas prácticas sobre nuestra salud cardiovascular. “Es un sistema educativo en donde creemos que lo que uno aprende a la edad de los tres a los siete años perdura cuando uno se hace mayor”, apunta Fuster.
Pero reducir la mortalidad de las enfermedades cardiovasculares es una tarea compleja, y por eso Fuster estudia la posible relación entre las mutaciones de las células de la médula ósea y el desarrollo de aterosclerosis, una placa de grasas, colesterol y otras sustancias que se deposita en las paredes de las arterias. “Cuando monocitos y macrófagos sufren una mutación, en vez de sacar el lípido de la arteria, la dañan, es decir, que en vez de ser células de defensa, se convierten en células de artillería”. De momento, Fuster y su equipo han observado que en animales tales mutaciones pueden dar lugar a la enfermedad aterosclerótica incluso en edades tempranas. Y en este momento, con el apoyo de la Convocatoria de Investigación en Salud 2018 de la Fundación ”la Caixa”, están estudiando un grupo de 6.000 individuos para determinar qué ocurre con los humanos.
En cualquier caso, el Dr. Fuster recalca que, aunque estas mutaciones son un factor de riesgo, es el control de los otros factores de riesgo que ya conocemos, como el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión, la diabetes, el colesterol elevado o la falta de ejercicio lo que reduce para todos el riesgo de padecer aterosclerosis. “La solución empieza en los hábitos de uno mismo”.
Nuevas terapias para un corazón con futuro
El Dr. José Jalife, también investigador del CNIC, lidera otro proyecto de la Convocatoria de Investigación en Salud, aunque en su caso del año 2019. Jalife investiga los mecanismos subyacentes que provocan las arritmias y, en última instancia, la muerte súbita. “Este síndrome representa el 20 % de todas las muertes a escala mundial. Entre personas menores de 40 años, las cardiomiopatías hereditarias y las enfermedades de canales iónicos son la causa más común de muerte súbita”, apunta Jalife.
Su proyecto se centra en las bases moleculares de los canales iónicos del corazón con el fin de comprender por qué las enfermedades cardíacas hereditarias conducen a arritmias. “Los canales iónicos son la base fundamental de la actividad eléctrica del corazón. Estos canales permiten el paso de iones y esta carga genera electricidad en la célula que se propaga de célula a célula sincrónicamente. Esta sincronía se puede perder por causa de una mutación génica en una de las proteínas de los canales iónicos produciendo una arritmia y llevando a la muerte súbita”, explica Jalife.
En un futuro, tal vez podamos actuar sobre estas mutaciones y así prevenir las arritmias y sus devastadores efectos. De hecho, las terapias para el corazón no dejan de evolucionar. “Mis probabilidades de sobrevivir a un infarto son mucho mejores ahora que hace 20 años, pero la ciencia avanza y, en unos años, podremos reducir aún más el impacto de estas enfermedades cardiovasculares”, concluye Jalife.
Uno de los campos terapéuticos que más está cambiando es el de la regeneración del corazón. En los últimos años, los científicos han observado que los mecanismos moleculares que guían la formación del corazón durante la etapa embrionaria son compatibles con los que intervienen en la regeneración de este órgano. Este paralelismo ha inspirado nuevos trabajos que son la antesala de innovadoras terapias, entre ellos el de la Dra. Ofelia María Martínez, profesora e investigadora de la Universidad de Barcelona – Fundación Bosch i Gimpera, quien lidera un proyecto seleccionado en la Convocatoria de Investigación en Salud del 2018 dirigido a identificar nuevos mecanismos moleculares que participan en la formación del epicardio embrionario y durante su reactivación después del infarto.
“Durante mucho tiempo la estructura menos estudiada del corazón ha sido el epicardio, su capa más externa. Sin embargo, sabemos que juega un papel fundamental durante la formación del corazón embrionario y durante la reparación después de un infarto”, apunta la Dra. Martínez. Su proyecto analiza los interruptores metabólicos del epicardio por su papel fundamental tanto en la morfogénesis como en la regeneración de este órgano. “Nuestra investigación aporta datos para entender cómo se forma el epicardio durante el desarrollo embrionario. Esta información es básica para buscar nuevas opciones terapéuticas. Igual que los ingenieros que diseñan coches saben cómo repararlos, si sabemos cómo se forma el corazón, será más fácil regenerar sus tejidos dañados.” Gracias a estos estudios, en un futuro próximo, se podrá mejorar la hasta ahora escasa capacidad de regeneración que tiene el corazón tras un infarto.