jueves 19

La odisea del Soyuz 2 llega a CosmoCaixa

Publicado el 19/02/2015

Post de Joan Fontcuberta, artista, representante de la Fundación Sputnik en la Unión Europea y comisario de la exposición «Sputnik. La odisea del Soyuz 2»

Tsiolkovsky, el pionero de la cosmonáutica, dijo: «la Tierra es nuestra cuna, pero nadie permanece eternamente en su cuna». El descubrimiento de nuevos mundos, pues, resulta una empresa inevitable en la que los humanos no escatimaremos ni esfuerzos ni sacrificios.

Pero entre lo que realmente pasó y lo que se nos quiere hacer creer suele haber una gran diferencia. La historia de la cosmonáutica está repleta de imposturas, sobre todo en los inicios de riesgo y aventura. Era el tiempo en que los Estados Unidos y la URSS trabajaban contra reloj para llegar los primeros a la Luna. Las presiones políticas y el afán de impacto en la opinión pública prevalecían sobre las garantías técnicas y la investigación científica. Por la parte soviética —mucho más recubierta por la niebla del misterio— hoy sabemos que, por ejemplo, el legendario vuelo de Yuri Gagarin estuvo a un pelo del desastre, o que la simpática perrita Laika murió abrasada al poco de despegar (pero se hizo creer que vivió una semana en órbita), o que numerosos accidentes produjeron víctimas mortales nunca reconocidas.

Sello de la antigua URSS en honor al cosmonauta Vladimir Komarov. Fuente: Wikipedia.

La Fundación Sputnik, creada bajo el impulso de la Perestroika, tiene como objetivo justamente aclarar todos estos episodios oscuros. Uno de ellos es la epopeya del Soyuz 2. La misión anterior había resultado un desastre: el cosmonauta Vladimir Komarov, tras dificultades continuas durante el vuelo, murió al estrellarse su cápsula. La misión siguiente fue concebida para resarcirse del trance y conseguir un éxito espectacular. Desgraciadamente, el tiro salió por la culata. El Soyuz 2 fue lanzado el 25 de octubre de 1968 con el coronel Ivan Istochnikov y la perra Kloka a bordo. Pero, por motivos todavía hoy desconocidos, el cosmonauta desapareció en el transcurso de la misión, en la que se debía efectuar el acoplamiento con la nave gemela Soyuz 3. La maniobra fue abortada y la nave se recuperó más tarde, pero ya sin tripulante. Se tratara de un sabotaje o de un accidente durante una salida extravehicular (la cápsula presentaba el impacto de un pequeño meteorito), las autoridades soviéticas no quisieron reconocer la engorrosa pérdida de un hombre en el espacio —para la cual, además, no tenían explicación plausible. La versión que dieron, pues, fue que el Soyuz 2 era una nave totalmente automatizada y, por tanto, sin piloto. Para mantener la credibilidad, las fotografías de Istochnikov fueron sacadas de circulación o retocadas, los archivos fueron manipulados, los compañeros sufrieron chantajes y la familia fue confinada en Siberia. A efectos oficiales, el cosmonauta Istochnikov habría muerto a causa de una enfermedad unos días antes. La historia se reescribió según los dictados de unas oscuras «razones de Estado».

Imagen que recrea al cosmonauta Ivan Istochnikov y la perra Kloka en el espacio. Fuente: Fundación Sputnik.

Pero una vez acabado el tiempo del miedo, finalizó también el pacto de silencio. Los documentos secretos fueron desclasificados con la caída del comunismo y la llegada de la Glasnost y los investigadores pudieron reconstruir el hilo de los hechos y rehabilitar la figura del cosmonauta Istochnikov. Con los datos actualmente disponibles, la Fundación Sputnik ha reunido fotografías, documentos y objetos que permiten la reconstrucción más completa de esta apasionante y trágica epopeya, que aún hoy resulta absolutamente increíble.

Si queréis profundizar más en este episodio de la carrera espacial podéis visitar la exposición «Sputnik. La odisea del Soyuz 2», coorganizada por la Fundación Sputnik y Obra Social ‘la Caixa’, en CosmoCaixa, del 21 de febrero al 31 de mayo de 2015.

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