La epigenética, una de las áreas de investigación prometedoras para el tratamiento futuro del cáncer
Publicado el 21/01/2015
Post de Alejandro Vaquero, investigador del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer (PEBC) del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL).
Recientemente se celebraron en Barcelona unas jornadas de debate con líderes en investigación en los campos de la epigenética y el cáncer, coorganizadas por B-Debate, una iniciativa de Biocat y de la Obra Social «la Caixa», y por el Programa de Epigenética y Biología del Cáncer (PEBC-IDIBELL). Estas jornadas se centraron en el debate en profundidad de los retos, las oportunidades y las perspectivas de la epigenética del cáncer.

El descubrimiento del código genético a mediados del siglo XX marcó una nueva era en el estudio de la vida. Sin embargo, muy pronto quedó patente que aunque la información almacenada en la secuencia de ADN era esencial, no podía explicar por sí sola muchos procesos que tenían lugar en los seres vivos. Por ejemplo, nuestro organismo está formado por cerca de doscientos tipos celulares diferentes. Todos ellos contienen la misma información genética pero una vez establecida su identidad celular (el tipo de célula que serán) durante nuestro desarrollo, esta se mantiene en las posteriores generaciones celulares.
El célebre profesor Waddington propuso en los años cuarenta del siglo pasado el término epigenética para designar estos factores no genéticos que determinan el programa de desarrollo de un organismo. Aunque el investigador se refirió principalmente al desarrollo embrionario, hoy sabemos que la epigenética interviene en todos los procesos biológicos en los que participa la información genética. De hecho, si hacemos un símil entre la información genética y un abecedario, podríamos decir que la epigenética es la gramática de este lenguaje.
La principal función de la epigenética es modular el uso de la información genética a través del control de la expresión de los genes. Esta regulación epigenética permite dotarla de más flexibilidad y capacidad para llevar a cabo procesos más complejos, como el desarrollo embrionario. En otras palabras, hace posible que una célula recuerde que pertenece a un tipo celular determinado, y que exprese un grupo de genes específicos para su linaje, mientras que en otro tipo celular (con idéntica información genética), estos permanezcan silenciados y expresen otra combinación distinta de genes. La epigenética permite al organismo una adaptación adecuada a los cambios ambientales, entendiendo estos como el conjunto de estímulos internos y externos a los que se enfrenta la célula.
Aunque las primeras evidencias se remontan a hace medio siglo, en los últimos quince años nuestro conocimiento sobre las bases moleculares de esta memoria epigenética ha aumentado considerablemente. Hoy sabemos que en gran parte está basada en modificaciones químicas añadidas tanto al ADN como a las histonas, las proteínas que se asocian al ADN y lo estructuran en el núcleo. Estas modificaciones o marcas modulan todas las funciones asociadas al ADN. Debido a sus características, los cambios epigenéticos producidos por el ambiente o por errores de la propia maquinaria celular durante la vida pueden alterar drásticamente el patrón de expresión de los genes y producir un descontrol en el crecimiento celular que lleve directamente al desarrollo del cáncer. De hecho, aunque las causas del cáncer son muy variadas y son muchos los factores que influyen en su aparición, el trabajo desarrollado en la última década parece indicar que en todos los cánceres siempre hay, directa o indirectamente, un componente epigenético involucrado. Incluso en aquellos tumores producidos principalmente por mutaciones genéticas, en muchos casos estas implican a su vez, al menos en parte, una alteración de la información epigenética de la célula.
A pesar del enorme esfuerzo realizado para determinar el impacto de la epigenética en el cáncer en la última década, todavía estamos en el proceso de entender qué cambios en esta memoria epigenética son relevantes en el desarrollo del cáncer, y si ciertos niveles de algunas de las modificaciones epigenéticas pueden ser utilizados para pronosticar o tratar el cáncer. En este sentido, actualmente se está realizando un considerable esfuerzo en el desarrollo de drogas epigenéticas, cuyo objetivo es alterar la información epigenética, y un número reducido de estas ya han sido aprobadas para el uso en personas en ciertos tipos de cáncer. Aunque aún estamos lejos de entender todo el proceso —para lo cual será necesario un trabajo continuado durante al menos la próxima década—, el estudio de la contribución epigenética a la investigación del cáncer ha llegado para quedarse y parece ser uno de los aspectos más prometedores en el tratamiento del cáncer en la biomedicina del siglo XXI.