En unas semanas identificaremos los antivirales con más potencial
Publicado el 02/04/2020
Son ya muchos los años en los que, desde iniciativas públicas y privadas, se ha fomentado la colaboración y un enfoque interdisciplinario y global en la investigación para atacar los retos de la salud. Ahora, la pandemia por la COVID-19 pone a prueba qué podemos lograr juntos.
Este es el caso de IrsiCaixa, un centro de investigación que nació como iniciativa de la Fundación Bancaria ”la Caixa” y un equipo liderado por el experto en VIH Bonaventura Clotet, para frenar la pandemia del sida. Y lo aprendido en estos 25 años, en los que en países con recursos el sida ya no es una enfermedad mortal, puede ahora ayudar a poner freno al coronavirus.
En este mismo momento, en IrsiCaixa, varios equipos avanzan en tres frentes en una lucha contrarreloj contra la COVID-19. Pero no lo hacen solos, sino en colaboración con la Fundación Lucha contra el Sida, el Hospital Germans Trias i Pujol, el Barcelona Supercomputing Center, el Centro de Investigación en Sanidad Animal del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA-CReSA), la farmacéutica Grifols y otros colaboradores internacionales.
Hablamos con Nuria Izquierdo-Useros, viróloga investigadora de IrsiCaixa y doctora en Inmunología, quien forma parte del equipo que lidera estos trabajos.
¿Cuál es el enfoque terapéutico que está desarrollando vuestro consorcio?
En realidad, es un enfoque triple. Nuestro proyecto es muy ambicioso. Estamos desarrollando tres estrategias diferentes, y todas en paralelo. Por una parte, queremos ver qué fármacos antivirales que ya se usan de forma habitual para otras infecciones víricas podrían ser eficaces también contra la COVID-19. Por la otra, vamos a diseñar anticuerpos específicos contra el virus. Y, al mismo tiempo, trabajamos para desarrollar una vacuna. Como la vacuna es lo que tardará más tiempo en lograrse, es importante que, mientras tanto, probemos los antivirales y diseñemos anticuerpos específicos. Estos dos enfoques permiten ganar tiempo y controlar la pandemia a más corto plazo.
Parece mucho trabajo al mismo tiempo. ¿Por dónde se empieza?
Lo primero que podemos hacer es detectar cuáles de los antivirales que ya sabemos que funcionan, contra el VIH, el virus del Ébola o incluso la malaria, también podrían servir para tratar el nuevo virus, el SARS-CoV-2, que es el responsable de la COVID-19. Y, de hecho, ya se está haciendo en todo el mundo, hay muchísimos grupos de investigación que se están dedicando a esto. La ventaja de este enfoque es la rapidez con la que podríamos tener resultados, porque los fármacos ya están aprobados y los ensayos clínicos se pueden empezar ya.
De hecho, ya se están probando, ¿verdad?
Sí, y en poco tiempo tendremos resultados y probablemente dispondremos de una primera línea de ataque contra el virus. Lo que logran este tipo de fármacos es bajar la carga viral de los infectados y, cuanta menor sea la cantidad de virus en su cuerpo, menos probabilidad de contagio a otros habrá. Ahora mismo se intenta que el número reproductivo básico del SARS-CoV-2 baje desde el R3 inicial, según el cual cada infectado podía transmitir el virus a 3 personas que se infectaban. Mientras no esté en R1, la pandemia continuará creciendo.
¿Nos puedes contar algo más sobre los ensayos en curso?
Los ensayos clínicos que se están llevando a cabo en el mundo contemplan el uso de inhibidores de proteasas e interferones, que se usan para tratar el VIH; también se prueba una variante de la cloroquina, que es un antimalárico, igualmente un fármaco contra el ébola que ataca la replicación de virus cuyo material genético es el RNA y que, por lo tanto, también podría ser efectivo contra los coronavirus… y hay otras posibilidades. Aunque todavía ha pasado poco tiempo para obtener resultados, ya hay datos que apuntan a que ciertos inhibidores contra la proteasa del VIH deberían descartarse. La OMS acaba de lanzar un gran ensayo clínico que se llama Solidarity, a escala mundial, para comprobar qué tratamiento es el más eficaz. Esta es la manera en que tenemos de avanzar.
¿Costará mucho tener resultados sólidos?
Yo creo que en cuestión de un par de meses podremos ver cómo de, por ejemplo, 100 posibles compuestos antivirales efectivos, se seleccionan 3 que son los más eficaces y seguros para tratar la enfermedad en pruebas de laboratorio. Además, aparecerán nuevos candidatos antivirales que habrá que testar. Todos estos fármacos deberán demostrar su efectividad en ensayos clínicos, pero podrá hacerse de manera muy rápida. Y eso es fundamental, porque si encontramos fármacos eficaces para bajar la carga viral, el contagio desaparece. Eso, por ejemplo, lo ilustra muy bien el caso de las personas VIH positivas que toman tratamiento y que no tienen carga viral detectable, ya que en esta situación no transmiten ni infectan a nadie. Si conseguimos un tratamiento eficaz y aumentamos los tests diagnósticos, podremos tratar a los afectados desde el diagnóstico, antes de que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad, y así reduciremos la mortalidad y la expansión del virus.
Parece prometedor.
Lo es. Al menos, a corto plazo. Pero ahora mismo, la mejor prevención que tenemos a nuestra disposición es el aislamiento. Yo creo que en dos semanas empezaremos a ver efectos positivos derivados de quedarnos en nuestras casas. En Wuhan, foco inicial de la pandemia, la situación ha cambiado muchísimo en dos meses. Tenemos que pensar qué podemos hacer nosotros como individuos y mantener el optimismo. Hay muchas oportunidades. Hay gente que ha estado infectada y no ha presentado síntomas. Igual muchos de nosotros ya estamos inmunizados y ni lo sabemos. Puestos a pensar en el futuro, pensemos en las posibilidades buenas también.