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El primer laboratorio de investigación permanente en la Antártida, en CosmoCaixa

Publicado el 26/11/2014

Por Raül Toran, vicepresidente de la Asociación Catalana de Comunicación Científica (ACCC)

La Antártida es un lugar de especial interés para la investigación científica por su situación geográfica, su clima y su flora y fauna características. A pesar de su importancia, no fue nada fácil tener representación científica en el continente más austral de la Tierra. El proceso comenzó en 1986 cuando los científicos catalanes Josefina Castellví, Agustí Julià y Joan Rovira, encabezados por Antoni Ballester, gracias a la ayuda del programa antártico polaco, lograron acampar en la isla Livingston, a unos 120 km de la península Antártica. Este hecho representó el primer gran hito para posicionar la investigación española en el panorama internacional ya que permitió que nuestro país pudiera presentar su candidatura al Tratado Antártico. Dos años después, llegaron los primeros módulos de lo que sería la primera base antártica española, la Juan Carlos I, dirigida los seis primeros años por Josefina Castellví, que se convirtió en la primera mujer en dirigir una base antártica.

La base, que está ocupada únicamente durante el verano austral, desde el principio de noviembre hasta principios de marzo, mantiene registros automatizados durante todo el año. El objetivo de esta instalación es apoyar los proyectos de investigación científica de nuestros investigadores en la Antártida, considerado un laboratorio natural por los investigadores, ya que tiene unas condiciones que no se pueden reproducir en ningún otro continente. Desde 1999 la Unidad de Tecnología Marina (UTM) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) asume la gestión técnica y logística de esta base.

La actividad científica de la base antártica se inició con el estudio de los nutrientes del mar y su relación con el fitoplancton. Enseguida se desarrollaron proyectos de microbiología, meteorología, geología y estudios de la flora y fauna de la zona. Gracias a estos proyectos científicos se han aportado datos de gran valor para el conocimiento del continente y el océano antárticos. Algunos de los programas científicos puestos en marcha a finales de la década de 1980 continúan aún vigentes hoy en día. Actualmente, la base está en fase de ampliación y remodelación para poder mejorar y facilitar la investigación científica de nuestro país en la Antártida.

Recientemente se ha presentado en CosmoCaixa el que fue el primer laboratorio de la primera base antártica española, la Juan Carlos I. Este módulo científico, cuyo interior fue diseñado por los propios investigadores y fue construido en Tarragona, ha sido cedido por el CSIC y ha sido restaurado para ser acogido en el Museo de la Ciencia de la Obra Social «la Caixa» con el objetivo de dar a conocer la importancia que supuso para la ciencia de nuestro país el hecho de poder desarrollar campañas científicas en este lugar extremo pero de vital importancia para nuestro planeta. Por ejemplo, gracias al trabajo llevado a cabo por los investigadores en este continente se puede conocer cuál era la composición de la atmósfera hace cientos de miles de años, analizando las burbujas de aire atrapadas en el hielo antártico, o analizar los diferentes periodos glaciares e interglaciares que se han producido desde la formación del hielo antártico, hace unos 800.000 años.

Si queréis conocer cómo era el primer módulo de esta primera base antártica española y las aportaciones científicas del primer grupo de investigadores en unas condiciones inhóspitas, podéis visitar este laboratorio original en CosmoCaixa. Asimismo, podéis profundizar en la historia de esta instalación en el documental Los recuerdos helados, protagonizado por la investigadora Josefina Castellví.

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