Por Pilar Bayer, catedrática de Álgebra de la Universidad de Barcelona

La realidad que nos rodea es, ciertamente, compleja. Desde siempre, los seres humanos, desde muchas posiciones e ideologías diferentes y en un deseo insaciable por comprender, hemos intentado acercarnos a sus misterios. Las matemáticas son un medio para hacerlo. En principio, por su objetividad, los resultados matemáticos gozan de un grado de confianza alto. En los modelos matemáticos, las realidades no se imponen, solo se postulan atendiendo a su compatibilidad lógica.

En el transcurso de los años, las matemáticas no han dejado de avanzar. Hasta cierto punto, han creado unos universos paralelos en los que todo lo que es racional (para la mente humana) tiene cabida. A partir de unos axiomas o reglas de juego, las matemáticas forjan y analizan estructuras. Nada se deja al azar, ya que incluso la aleatoriedad y el desorden están presentes en ellas.

Las reglas matemáticas suelen traducirse en resultados cuantitativos. Hasta  hace muy poco, estos podían diseñarse, intuirse, forzarse, pero no se podían visualizar a causa de la limitadísima capacidad de cálculo de la mente humana. Todo cambió, sin embargo, a partir del momento en que la tecnología propició el desarrollo del cálculo electromagnético. La inteligencia humana ha recibido un apoyo impagable en la automatización del cálculo, a través de unos medios que permiten ejecutar reglas repetitivas, sencillas y a velocidades hasta hace muy poco inalcanzables.

A las máquinas, sin embargo, hay que explicarles muy claramente qué pretendemos que hagan en cada momento. Los algoritmos son una serie de instrucciones adaptadas a cada problema, redactadas de manera clara y precisa a fin de que las máquinas, independientemente de su grado de sofisticación, puedan ejecutarlas.

Una vez el funcionamiento de un modelo matemático ha sido comprendido y los algoritmos correspondientes han sido implementados, la sociedad puede hacer uso de ellos. En cada circunstancia, habrá que decantarse por un modelo o por otro y únicamente el tiempo dirá si el elegido es o no apropiado. Por regla general, los modelos matemáticos suelen funcionar en un primer estadio de complejidad. Pero a la larga, los comportamientos globales, sea en el ámbito científico o en el social, son hoy por hoy todavía muy difíciles de matematizar.

En el ciclo de conferencias «La vida: instrucciones de uso. Cómo los algoritmos modelan nuestra vida», organizado por B-Debate y Obra Social «la Caixa», en colaboración con el Museo de Matemáticas de Cataluña (MMACA) y el Instituto de Ciencias Fotónicas, varios investigadores hemos intentado hacer una aproximación general sobre qué son los algoritmos y reflexionar sobre el impacto, la trascendencia y el alcance que tienen sus aplicaciones en múltiples ámbitos e infinitos aspectos de nuestra vida cotidiana.